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¿’Smiley’ es una mala serie?

Netflix ya nos ha regalado su última comedia romántica navideña, ‘Smiley‘, una serie de ocho episodios escrita y dirigida por Guillem Clua. Como un presente que amarga las festividades, las cuatro horas de visionado han sido blanco de un sector de los espectadores, calificándola de un cliché con patas, mala, insufrible y demás calificativos que probablemente no se dirían de otros bodrios de la plataforma.

Pongámonos en contexto. La serie gira en torno a dos personajes: Bruno (Miki Esparbé) y Álex (Carlos Cuevas). El primero es arquitecto, 35 años, soltero, amante del cine y que en Grindr no se come ni un rosco. El segundo es camarero y tiene tres años menos, cansado de tener un polvo cada noche y quiere estabilidad. Una mañana, por error, Álex envía un mensaje de voz a Bruno que dará paso a que surja la chispa y el conflicto.

Además de esta pareja la serie cuenta con una variedad de personajes secundarios que tratan distintos temas como la pareja abierta, la juventud o el tiempo perdido. En general, se trata de una serie ligera, entretenida y olvidable, nada más y nada menos.

Una serie cuyo objetivo es meramente entretener

Entonces, ¿por qué tanto odio? Quizá el adjetivo sea demasiado pero leyendo Twitter los primeros días desde que se emitió parece que Netflix hubiera creado un monstruo. La premisa principal de las quejas es totalmente entendible. Y es queSmiley‘ es una procesión de clichés absurdos. Álex tiene unos brazos como mi cabeza de gordos, es guapísimo pero se queja de que lo tratan como carne y no miran más allá de su físico cuando parece que solo habla de banalidades. Por otro lado, Bruno y su amor por el cine y la arquitectura lo llevan a hablar solo de lo que le interesa, no dando pie a una conversación fluida por ambas partes. Para colmo en la serie se le considera viejo y feo por parte de la comunidad de Grindr. Estamos hablando de Miki Esparbé, por Dios.

Todo esto es perfectamente entendible. Por poner un ejemplo más, el momento en el que la pareja lésbica se conoce, siendo una de ellas repartidora a domicilio e inmigrante, me hizo saltar de la silla por lo casi racista que podría ser. O que se considere que el personaje de Eduardo Lloveras esté algo gordo y no pueda prestar ropa. Es un cúmulo de momentos absurdos que hacen reír y a veces es de vergüenza ajena. Pero es que estamos hablando de una comedia romántica, si me apuras, también navideña y de Netflix. El propósito de este producto no creo que sean concienciar nada profundo ni llegar a la raíz de la opresión del colectivo. Estamos hablando de una serie cuyo objetivo es meramente entretener durante cuatro horas y ya está.

Claro que la pareja protagonista es estúpida, porque ese es el objetivo. Son caricaturas llevadas al absurdo que hacen que desees tirarle el mando a la televisión. Son imbéciles y con una actitud adolescente y creo que ahí está la gracia. ‘Smiley’ se trata de una serie superflua que no pretende nada más que entretener, pero parece que parte del público exigía algo más, que fuera perfecta. Porque si no lo es por qué ha llegado a ver la luz. Dónde están los personajes sin fallos, la realidad detallada al milímetro y la normatividad reducida.

Parece que al ser una serie LGTB no debe tener ni un pero y que no podemos tener series de mierda con personajes de mierda teniendo actitudes de mierda. Series como ‘Élite‘ o ‘Emily in Paris’, también de Netflix, y que desde mi punto de vista no han sido tan vapuleadas cuando su propósito es el mismo: entretener y punto.


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Rubén

Si no echo bilis y le saco puntilla a todo lo que veo no me quedo tranquilo. Dejo series a medias y no me arrepiento de nada. Comiquero, gamer y procrastinador a tiempo parcial.
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