Good Place se acaba y nosotros estamos…TRISTES

Esta semana llega a nuestros Netflix el nuevo/último episodio de The Good Place y en la redacción de enfus estamos muy tristes. Sabemos que era un final que tenía que llegar, pero no queríamos que llegase.

Comedia de la buena

Nuestra comedia, creada por Michael Schur (también creador de The Office o Parks and Recreation), llego a nuestras pantallas hace tres años para llenarnos de filosofía, risas y algunas lágrimas.

El argumento es muy simple: una chica (Eleonor) que no se merece ir al cielo (The Good Place) acaba en él. Así, intentará pasar desapercibida en un barrio lleno de gente maravillosa que, realmente, le da mil vueltas en comportamiento y moralidad.

Hasta ahí, la trama parece normalita, pero la serie tiene tantos giros, chistes y curiosidades, que no puedes dejar de verla. Y no puedes dejar de verla porque plantea una primera pregunta moral nada más empezar la serie: ¿qué haría yo si me encuentro en un lugar que no merezco? ¿Nos callaríamos como Eleanor o diríamos la verdad?

Filosofía en prime time

Vale, sabemos que lo del prime time no es real, real, pero nos entendemos. La filosofía nunca ha sido una asignatura muy popular y, mucho menos, se ha hablado de filosofía en televisión. Sin embargo, el centro de esta serie es la filosofía gracias a Chidi, nuestro filósofo particular.

Creo que el capítulo que más impresiona es el del dilema del tranvía:

Un tranvía corre fuera de control por una vía. En su camino se hallan cinco personas atadas a la vía por un filósofo malvado. Afortunadamente, es posible accionar un botón que encaminará al tranvía por una vía diferente, por desgracia, hay otra persona atada a ésta. ¿Debería pulsarse el botón?

Tampoco podemos olvidarnos de los chistes filosóficos, porque son maravillosos:

Un adiós que nos pone tristes

Como veis, The Good Place nos encanta, pero todo lo bueno se acaba. Esto, claro está, nos pone muy tristes, pero no podemos dejar que la desazón nos invada, porque aún nos queda un capítulo final para disfrutar.

Hemos vivido tres años esperando que la serie nos enseñase sobre filosofía y con la que nos echáramos unas risas y, además, nos riésemos de demonios. ¿Qué más se puede pedir?

Así, este viernes nos despedimos, pero contentos porque hemos disfrutado y, aunque esté mal dicho: bien está lo que bien acaba. Nos vemos en The Good Place, ¿o no?