Creando la serie perfecta (I)

No pienses que crear la serie perfecta es una tarea simple y llana, más bien todo lo contrario. Para lograrlo es necesario mezclar minuciosamente muchos elementos porque si te pasas lo más mínimo con alguno de éstos… Hasta luego Maricarmen, la receta puede ser fatal. Sí, tal y como sucede cuando preparas el calimocho para las fiestas de tu pueblo. ¡Bienvenido a Creando la serie perfecta (I)!

Hoy nos hemos propuesto intentar dar en el clavo y hacer un listado de todo lo que necesita una serie para ser la perfección más absoluta. Con un poco de suerte algún responsable de Netflix llegará hasta nuestra web, la comprará y tendremos suficiente dinero en el banco como para poder usar ropa interior. Empecemos.

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Uno de los principales elementos que exigimos es el amor. Un poco de amor. ¡Que no se les suba a la poronda y conviertan una serie de temática zombie infectados por una bacteria estomacal en una versión remasterizada de Sonrisas y Lágrimas! Respetemos los géneros y respetemos a las series por encima de todísimas las cosas.

A nosotros nos gusta el amor, tal vez porque en la vida real tan ni siquiera lo hemos olido de lejos, pero ojo, en pequeñas dosis. Lo poco gusta y lo mucho cansa. Es muy necesario evitar poner a nuestros protagonistas en la difícil tesitura del triángulo amoroso. Seamos realistas: si en el día a día no somos capaces de dar con una persona que nos quiera, ¿cómo vas a dar con dos? No hay realismo y perdemos el hilo con facilidad. Por no comentar que nuestro interés por los tríos amorosos quedaron allá por la época Física o Química cuando Paula, Cabano y Alma.

Ya que nos ponemos a pedir estaría bien que se cerraran las tramas. No es algo que ni mucho menos deba caer por su propio peso. Vivimos en una etapa en la que no debemos dejar nada a la suerte y si lo digo es por algo. Si abres una trama, la cierras. Como cuando entras a una habitación y ésta tiene la calefacción puesta. Abres la puerta, la cierras. Se cierra un círculo.

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No queremos tener que tirar de imaginación para saber si finalmente la madre de Caroline se fue de viaje a Texas a visitar a la abuela o si por el contrario es cierto que está en la cárcel por vender estupefacientes a la salida del club de lectura. Aquí si nos das un salseo queremos llegar hasta el final y con todas las consecuencias.

Por otro lado, actores y actrices con una belleza superior a la media. No es algo que nos sea necesario. ¿De qué nos sirve alegrarnos la vista en cada escena si la persona en cuestión tiene la misma capacidad interpretativa de un puto cuenco tibetano? Arroba director de casting de Élite, queremos una explicación. Gracias.

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Nuestro adolescente interno agradece unos buenos torsos, unos abdominales cincelados por el mismísimo Miguel Ángel, unos culos firmes… Pero chica, esto es una serie y no el Tinder. No nos saca de nada tener un reparto que parezca sacado de un anuncio de Abercrombie si sus inquietudes interpretativas se remontan a aquella vez que hizo de “Árbol #2” en primero de la ESO. Seamos coherentes.

¿Qué más deberíamos añadir a esta lista? Pues yo te lo digo. Un malo malísimo a la altura de nuestro protagonista y viceversa. Nosotros somos unos sufridores natos que sabemos a lo que venimos. Siempre debe existir una balanza que combine un gran protagonista pero también un gran antagonista. Vamos, que queremos contar siempre con la presencia de un tocapelotas de campeonato que ponga en apuros al elenco.

Es muy necesario que esta odiada figura no tenga la inteligencia de un pistacho sin abrir y sea capaz de elaborar malévolos planes sin necesidad de recurrir al Yahoo Respuestas. Queremos un villano muy villano con el que sentir que somos unos series miserables por ser sus fanes número uno.

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Los números musicales también pueden traernos más de un quebradero de cabeza. A ver, no nos confundamos, a todos nos gusta un buen número musical con el que descansar de tanta tensión y olvidar por unos segundos que nuestra protagonista está a punto de morir en menos del asesino. Nuestro corazón necesita una tregua pero también te digo que los momentos musicales forzados y aleatorios sobran por completo.

Sí, ya sabes de qué te hablo: “Tía, gracias por venir al funeral de mi abuela”, “No hay de qué. ¡Bailemos!” y a continuación todos los familiares se marcan un flashmob al ritmo de Firework de Katy Perry. Por favor, es muy conveniente evitar esas ridículas situaciones lo antes posible.

El tema inmobiliario también es algo que nos inquieta y nos perturba, como dirían por ahí. No diré que estoy en contra de presenciar como innumerables tramas surgen en apartamentos que ni yo mismo podría pagar ni siquiera juntando el dinero que recibí el día de mi comunión y multiplicándolo por setenta.

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Lo verdaderamente doloroso de todo esto es la falta de realismo que se nos coloca delante de nuestras narices y por todo su coño tenemos que creérnoslo. Protagonistas estudiantes, camareros, novelistas atormentados, músicos con mil reproducciones en YouTubeTodos viven en el centro de Nueva York sin problemas para pagar la comunidad y en muchos casos sin compañeros de piso con quién compartir gastos. Es que no fucking way.

Esto es solo el principio de una larga lista que iremos completando poco a poco. Sin prisa pero sin pausa, para que no nos suba el azúcar y mucho menos las ganas de volvernos locos y romperlo todo. ¿Qué otras cosas te son sumamente necesarias para que una serie roce la perfección?


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Fran Luna

Cago, odio y me spoileo a partes iguales. Mi animal espiritual es Belén López Vázquez (3°B) y todo lo que sé sobre el amor lo aprendí gracias a Pasión de Gavilanes. Yo por mis series MA-TO.

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Creando la serie perfecta (I)

de Fran Luna Tiempo de lectura: 4 min