El mensaje de estas series no caló

Cuando estaba en la universidad, en mi último año, tenía una asignatura que se llamaba “pensamiento crítico”. Sí, sí, como leéis, pensamiento crítico. Y diréis, ¿y qué hacíais? ¿Pensar? Pues no, no mucho, si os soy sincera, porque no nos dejaban básicamente. En esa asignatura, nos enseñaron (por llamarlo de alguna manera), las diferentes teorías (de señoros, por supuesto) y cómo “leer” y “comprender”. ¡Já! La cuestión es que era mucho texto, y cada vez que tenías un pensamiento propio que iba en contra de la norma, y aquí la norma eran señoros que estaban muertos hacía mucho, y una señoritinga luchando por la plaza, te cascaban mala nota.

Ahí te va el pensamiento crítico. Y eso hace replantearte cosas. Porque ves cómo va el mundo y dices, ¿tenemos pensamiento crítico? ¿Sabemos consumir lo que nos dan? Y es que yo creo que no, la verdad, y os voy a dar dos ejemplos claros y seriéfilos, por supuestísimo, no me voy a meter en teorías de Barthes que me da un parrús y bastante tiempo perdí ya con ello.

EL JUEGO DEL CALAMAR

Peco de decir, que yo ya he hablado de la serie de moda aquí en nuestra querida página, se la he recomendado a amigos y he estado enganchada. No, no hay ningún problema en eso, faltaría más. Y no, no pasa nada si no visteis todas las referencias que hubiera o no, que notarais que Sae-byeok tenía cierto acento norcoreano pero a veces intenta taparlo y vaya ¡cómo se os ocurre verla doblada! (en serio, no pasa nada por ver series dobladas, esta es vuestra señal para que se os quite el peso de encima).

Sin embargo se nos está yendo de las manos amigos. Y mucho. Porque hacer la galletita en Instagram y Tiktok como trending es una cosa y bueno, nos lo teníamos que ver venir, estaba claro. Luego llegó la plataforma de juego Roblox creando su propio ‘Juego del Calamar’ donde jugadores podían participar enfrentándose a las pruebas de la serie, hasta el punto en el que influencers participarían creando sus propios torneos y jugándose más dinero del que yo cotizaré en toda mi vida.

Que oye, si lo tienes y quieres adelante quién soy yo para juzgar, pero luego os pongo mi Paypal si tal. Pero es que ahora están empezando a vender los ataúdes que salen en la serie. ¡¿Cómo?! De una serie en la que están hablando y criticando abiertamente la sociedad que abandona al más desfavorecido hasta el punto de verse contra la espada y la pared. Literalmente. Que menos mal que no era un juego en Corea que si no lo como una prueba.

Y no pará ahí la cosa, ya hay colegios prohibiendo a los niños jugándolo en el patio. Que bueno, a ver cómo lo juegan, esa es otra. Porque ir en chándal verde y jugar en el patio igual es lo mejor que le ha pasado al patio de un colegio e instituto, porque en el mío estábamos dando vueltas como peonzas. Ahora, si uno saca una navaja ya igual se tuerce la cosa y tenemos que mirárnoslo.

EL CUENTO DE LA CRIADA

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Pero seamos sinceros, esta situación tendría que sonarnos de antes, ¿verdad? Porque no es nueva. No solo en televisión. Ha pasado en cine y literatura también. El boom de ‘Los juegos del hambre’, un libro juvenil convertido, como diría la Rosalía, malamente al cine, y donde acabaron centrándose más en el triángulo amoroso que en otra cosa, aún cuando tenían un plot muy interesante. O ‘Parásitos’, una crítica hacia como lo insensibilización de los ricos hacia la clase pobre (entre otras cosas), y Elon Musk diciendo que fue su película favorita del 2019. Elon, vete a dormir por favor.

Pero tal vez fue el boom de ‘El cuento de la criada’ el ejemplo más llamativo de falta de pensamiento crítico y de que el mensaje no caló. Cuando el libro de Margaret Atwood se adaptó en 2017, causó un revuelo. Hasta tal punto de ser renovada varias temporadas, hasta día de hoy. Pero lo más llamativo fue la falta de tacto con las “criadas”. Para los que no vean la serie, las criadas, son mujeres fértiles a las que, por no usar otra palabra, fuerzan las familias ricas, para procrear. Es decir, su papel es gestante.

¿Dónde entra el salseo? Con las Kardashian mi ciela, con quién si no. Y es que Kylie decidió un día, que se levantó ella con ganas, hacer una fiesta con la temática de la serie y disfrazada. Mientras su hermana tenía/tuvo a alguien de vientre de alquiler. Poético, de verdad, si es que se escribe solo. Está Margaret Atwood escribiendo una tercera parte solo de eso.

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Y es que a ver, no digo que necesitemos sobre analizar todo al milímetro ni mucho menos. Eso es agotador. Pero un poquito de por favor, que hay casos y casos. Y en estos casos me pregunto qué diría mi profesora de pensamiento crítico. Asumo que diría que mencionáramos muchos nombres de autores sin ton ni son, no tengamos ideas propias, no le llevemos la contraria y poco más. Pero si me preguntáis a mi, solo necesitamos usar un poquito la cabeza, y saber que no todo tiene que vender. Y prepararos para este Halloween y los chándales verdes, al menos la gente irá cómoda.

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Andrea de Lera

Filóloga inglesa por vocación. Ver pelis y series, emocionarme sola, y escribir sobre ello, por pasión. Todo empezó con mi abuela poniéndome películas de Lina Morgan.

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El mensaje de estas series no caló

de Andrea de Lera Tiempo de lectura: 4 min