American Crime Story 2×05: Lo que Jeff Trails no vio venir

¡Y volvemos a las andadas una vez más! Mientras nosotros llevamos una semana más o menos regulera con el final definitivo de Operación Triunfo los protagonistas de la segunda temporada de American Crime Story sí que se encuentran algo más inquietos y cabizbajos, sí, ya sabéis, por el tema de que hay un señor que ha cogido la fea costumbre de asesinar a todo aquel que se le ponga entre ceja y ceja. ¿Quieres saber qué ha sucedido esta semana en la serie de Ryan Murphy? Pues tres cosas te recomiendo: que tengas a manos unas bragas limpias porque vas a cagarte encima, que tengas mucho cuidado con los spoilers y que sigas leyendo, amiga.

Bueno, bueno, bueno, la que se ha liado aquí en cuestión de una semana. Empezaré resaltando una de las cosas más importantes de estos casi sesenta minutos de capítulo: Penélope Cruz ha vuelto a aparecer en escena con la peluca rubia de AliExpress que todos hemos soñado tener al menos una vez en la vida.  Y que aparezca nuestra diva patria aunque sea en dos escenas que probablemente olvidaremos de aquí a seis horas y media ya es motivo de júbilo, de alegría y de fiesta nacional. ¡Viva la madre que parió a la Pe y viva la madre que te parió a ti, Ryan Murphy, que sin saberlo siempre acabas dándonos lo que más necesitamos!

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Vamos a entrar en materia. A Donetalla le acaban de reventar la mañana en cien pedazos. La hermana de Gianni no gana para disgustos por lo que la vida se le hace bola, se le genera ahí una ansiedad bastante chunga y fuma como un carretero, pero no, no hemos venido aquí a hablar sobre los hábitos saludables de esta buena mujer, sino de la noticia que recibe que hace que se le corte la digestión para sus tres próximas reencarnaciones.

Gianni, su hermano, le comunica que va a conceder una entrevista en la que va a declararse homosexual, cosa con la que ella no está demasiado de acuerdo porque aquí estamos ante una empresa que maneja un buen puñado de pesetillas y la gente podría dejar de comprar sus productos en el momento en el momento que estas declaraciones saliesen a la luz. Yo estoy completamente seguro que si esta situación se diese en los tiempos en los que vivimos, Donatella, no solo habría apoyado a su hermano sino que incluso ella misma le habría abierto una cuenta en Grindr. Es más, seguro que habrían entrado de la mano al plató de Sálvame Deluxe para dar la exclusiva.

Pero eso es en el presente, saltemos atrás en el tiempo, ya sabéis lo que le gusta a Ryan Murphy un buen salto temporal. Volvamos a aquellos días en los que Jeff, ese chico al que Andrew Cunanan le lió una buena con un martillo, seguía vivo y trabajando en una fábrica de algo que no recuerdo y que no me voy a empeñar en remarcar porque evidentemente no es algo trascendental en la trama.

Volvemos atrás en el tiempo para presenciar el momento en el que Andrew llega hasta el apartamento de David. Al parecer los tres son “amigos”, aunque podría ponerlo entre treinta y siete comillas ya que ambos parecen no querer tener mucha relación con el chico que ha viajado expresamente hasta Minneapolis para pasar el fin de semana con ellos. Vamos, que se trata del típico amigo plasta que viene a visitarte a casa un fin de semana y no te queda otra que tragar porque tu simpatía y belleza natural no te permite tirarle las maletas por la terraza y mandarlo de una patada en el culo hasta su casa, con la diferencia de que a este señor la das un martillo y te lía una buena en el salón, hashtag you know what I mean.

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Pero la cosa no se queda ahí y es que Andrew le pide matrimonio a David, con un reloj bastante hortera por cierto, y éste último lo flipa en todos los colores posibles. Rojo, amarillo, verde… Pasando por todas las tonalidades posibles de azul. Que ya sabemos que hay muchísimas. El cobalto, el azul eléctrico, el azul marino, el azul cielo, el celeste, el cerúleo, el añil… Creo que me estoy yendo del tema.

El caso es que David le dice que no a Andrew, que ni boda ni leches, entonces éste le coge un poquito de tirria a Jeff porque se huele que algo hay entre los dos y en vez de hacer las maletas como una señora y hacerle unfollow en Instagram pues le revienta la cabeza, pero bueno, eso será más adelante. Mientras tanto seremos testigos de una de las etapas más duras de la vida de éste, aquel momento en el que servía en la armada de su país, los Estados Unidos de Ámerica: tierra de la libertad y creadora de la obesidad infantil, donde ser homosexual estaba más que mal visto. Momento de ponerse serio y citar a Alaska en uno de los mayores hitazos de su carrera: ¿A quién le importa lo que yo haga? ¿A quién le importa lo que yo diga? Yo soy así y así seguiré. Nunca cambiaré. (Enfuconsejo: Si te gusta la carne, si te gusta el pescado, si te gusta hacer una macedonia de todo, sé tú mismo y no dejes que nadie maneje tu vida).

Fue precisamente en esa época en la que conoció a Andrew, porque ya sabéis lo que dicen, las desgracias nunca vienen solas. Ahora ya conocemos el principio y el final de la vida de Jeff, una víctima más de la locura de Cunanan. Tendremos que esperar una semana más para ser testigos de como esta lista de nombres continúa aumentando hasta llegar a la última, Gianni Versace, el creador de todo un imperio de moda.

 
 


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Fran Luna

Cago, odio y me spoileo a partes iguales. Mi animal espiritual es Belén López Vázquez (3°B) y todo lo que sé sobre el amor lo aprendí gracias a Pasión de Gavilanes. Yo por mis series MA-TO.

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American Crime Story 2×05: Lo que Jeff Trails no vio venir

de Fran Luna Tiempo de lectura: 4 min